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Entrando en mundos ajenos con Anais Afrika

Para esta artista chilena que hoy vive en Inglaterra, la fotografía significa educar, transportar a sitios y tiempos que tal vez otros no puedan conocer. Para ella los lugares son infinitos y no terminan jamás de conocerse y cree que en la naturaleza está la clave de la humildad

Por Olga Mallo desde Londres. Fotos Anais Afrika.


El encuentro con Anais Afrika sucede en un hábitat que le acomoda y se acerca al lugar de sus sueños: las zonas polares. Rodeadas de imágenes en blanco y azul pero también de coloridas artesanías Ennuit y Sommi, nos reunimos para esta conversación en diciembre ultimo en la entonces recién inaugurada exhibición del Museo Británico, Ártico: Cultura y Clima.

Fuimos muy afortunadas pues pocos días después los museos de Londres cerraron una vez más debido a la pandemia para reabrir solo esta segunda semana de Mayo 2021. 

“Deseo ir al Ártico antes de que desaparezca o cambie mucho. Me fascinaría fotografiar no solo osos polares, sino a la gente”, me cuenta al salir del museo. Acabamos de observar en la exhibición cómo el calentamiento global afecta la forma de vida de los pueblos del círculo polar ártico, quienes dependen del hielo para transportarse, construir viviendas y para que sus fuentes de subsistencia también sobrevivan.


“Quisiera contar sus historias a través de sus retratos. Mostrar esta forma de vida y cultura tan diferente, que no saben del mega consumismo, si no que viven día a día, produciendo ellos mismos lo que les da para vivir”.

Anais Afrika.

Anais siente una gran atracción por las zonas extremas del planeta y su última aventura fotográfica fue en la península antártica, un par de meses antes de venirse a vivir a Inglaterra y de que el mundo se confinara debido a la pandemia, dos hechos que ocurrieron con solo días de diferencia:

“La Antártica me cambió la vida. Nunca volveré a ser la misma después de haber estado ahí y lo digo en el mejor de los sentidos” habla con vehemencia. “Ese lugar tiene una potencia visual tan impactante, va mutando cada día, cada amanecer es diferente”. 

Allí pasó la ultima Navidad antes de la pandemia, nevaba y la rodeaban decenas de pingüinos, escenario que no podía ser más ideal para esta fotógrafa chilena de 28 años que se ha convertido en uno de los nombres más importantes en la fotografía de naturaleza de nuestro país.



Hija de padres polacos, viajeros, que recorriendo el mundo se enamoraron de Chile, donde se radicaron y donde nacieron ella y su hermana menor. La madre de Anais, fotógrafa profesional, la familiarizó desde muy pequeña con este arte, le trasmitió la pasión y algunos conocimientos, pero la idea de dedicarse profesionalmente a la fotografía vino mucho después en su vida.

Al salir del colegio decidió estudiar publicidad pues pensó que era una carrera más práctica que sus otras opciones (cine o biología marina). Sin embargo, nunca se sintió satisfecha con esta opción, a pesar de que trabajó como publicista un tiempo.

La fotografía llegó como opción con una sincronía como suelen llegar los mensajes que la vida insiste en darte. Hace cuatro años, mientras corría la maratón de Varsovia junto a su mamá, sus audífonos dejaron de funcionar quedándose sin música, por lo que corrió los últimos kilómetros en silencio y le permitió observar y apreciar lo que la rodeaba con más atención y sintió que eso era. Sintió la necesidad de plasmar las experiencias y lo que veía para ella y los demás.

Tomó clases en Natphoto, luego fue asistente en esas clases y esto le dio la oportunidad de codearse con experimentados fotógrafos y aunque hasta ese entonces no había visto la manera de vivir de la fotografía esta experiencia demostró no solamente que sí era posible, sino que ya no podía dejarla. “Cada vez que tomaba la cámara sentía una conexión con mi objetivo, especialmente si se trataba de naturaleza, amo la manera de funcionar que esta tiene, la manera en que todo está conectado”. 

¿Qué es para ti lo más importante de la fotografía como profesión?


“No se trata sólo de lograr una imagen estéticamente bella, esa imagen debe contar una historia. Los fotógrafos debemos tener las emociones a flor de piel y a través de estas lograr capturar el momento del que eres testigo y lo que sentiste”.

Gran admiradora de Sebastiao Salgado, el fotógrafo y documentalista brasileño que ha plasmado desde genocidios a la naturaleza más profunda. Anais lo pone como ejemplo.

“Su talento para trasmitir donde ha estado y lo que ha vivido es increíble. Sus imágenes pueden ser muy crudas, sin embargo se transforman en bellas por la honestidad que transmiten”. Y agrega continuando con su respuesta: “La fotografía te permite entrar a mundos ajenos, puedes descubrirlos y gracias a ellos conocerte más o descubrir caminos que no habías imaginado para ti y para otros. La fotografía es educar”.



Hablemos de fauna, un ámbito de la fotografía en que te has destacado. Has tomado fotos espectaculares de bisontes en Polonia, pingüinos en el circulo polar antártico, Pumas en Patagonia . ¿Cuál es la aproximación necesaria para cada especie?

“A cada especie se le debe respetar profundamente, eres tú el que invade su hábitat, eres tú el invitado. Si logras la foto, fantástico, de lo contrario goza estar ahí y déjalo ir. El animal esta siempre primero. Ir en busca de bisontes en la tierra de mis padres y acompañada de mi papá fue inolvidable. Esta especie estuvo a punto de extinguirse, pero su población se ha recuperado. Cuando ya habíamos perdido la esperanza de divisarlos, la tierra comenzó a temblar y apareció una manada gigante. Mi lente no se detuvo, desde la distancia. Fue muy adrenalínico”.

“Pero cada especie es fascinante, aunque el puma es muy diferente al momento de fotografiarlo. Al puma lo puedes “leer”, interpretar sus movimientos. En Torres del Paine fui con un “tracker” (un persona que rastrea pumas) y nos encontramos con una madre y sus cachorros. Uno de los mayores regalos que me ha dado la vida. En cuanto a los pingüinos, fotografiarlos es mas orgánico, ellos te miran de animal a animal y no como una amenaza, por lo que no necesitas tanta organización”, asegura.



Un mamífero con el que Anais tiene una conexión muy especial son las ballenas, tanto así que su emoción fue demasiado grande al verlas cerca del barco donde trabajo como guía y fotógrafa en los mares antárticos y no pudo sacarles fotos, prefirió disfrutar del momento.

Pronto espera regresar a esas latitudes apenas pueda como parte del equipo de Antártica 21, empresa de cruceros de expedición para la que trabaja. Mientras, aquí en Inglaterra se dedica a hacer clases de fotografía de manera remota a sus miles de seguidores en Instagram, pasea a su perra Charlie y se dedica a correr por los bosques de la campiña.

“Tengo mi propia fotografía como en paréntesis, ha sido un año raro para el planeta entero, pero siento que cuando regrese a ella, habrá cambios, estos meses no han pasado en vano”, dice.

Anais Afrika.

Conoce más de su trabajo en anaisafrika.com.


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