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Cristián Donoso: “Explorar es ir en busca de la felicidad”

El destacado explorador, montañista y navegante nacional, Cristián Donoso, sigue sumando expediciones a su impresionante trayectoria. Este verano emprendió tres nuevas travesías en el extremo sur del país y, a pesar de no haber podido terminar la última, ya tiene varios nuevos proyectos en mente.

Por María José Hepp. Fotos gentileza Cristián Donoso.


Cuando nos hablan de exploración, muchos asociamos esta palabra a personajes del siglo pasado o heroicos protagonistas de historias imposibles. Pero hoy hay muchos que siguen buscando ir más allá de lo conocido, realizando viajes épicos y abriendo nuevos caminos. 

Un ejemplo es Cristián Donoso, uno de los grandes exploradores de nuestra época. Este verano realizó tres extraordinarias expediciones, las que se agregan a una larga lista de travesías que lo han vuelto indiscutiblemente el explorador más destacado de Chile.



Experiencias profundas

Académico, investigador, fotógrafo, montañista, kayakista y explorador. Cristián ha tenido una vida llena de aventuras y de logros extraordinarios. En su trayectoria ha abierto múltiples nuevas rutas y sus descubrimientos han sido de gran valor geográfico, histórico y científico. 

Hoy es miembro de la prestigiosa asociación ‘The Explorers Club’ de Nueva York y ha recibido numerosos premios y distinciones nacionales e internacionales. Pero no es el reconocimiento lo que mueve a Donoso, sino sus interminables ganas de ir más allá.

“Yo tengo una pasión tremenda por la exploración y puedo buscar algunas respuestas o explicaciones pero creo que en gran medida las pasiones son bien inexplicables”, afirma el navegante, quien agrega que su interés se remonta a su infancia, al hecho de tener un padre montañista que desde muy pequeño lo llevó a la montaña.

El contacto con la naturaleza que tuvo la suerte de experimentar desde sus primeros años, tanto con el mar como con la montaña, es lo que lo impulsó —y sigue impulsando— a buscar experiencias profundas y únicas con su entorno. Esto también se refleja en su forma de explorar.

“Siempre trato de hacer mis expediciones utilizando la menor cantidad de elementos materiales posibles, lo que me obliga a tener una conexión muy fuerte con la naturaleza porque mi supervivencia depende de ella”, explica Cristián.


“Y la curiosidad, la curiosidad geográfica. Hay una emoción frente al misterio, el misterio que genera el territorio. Tú no sabes lo que hay más allá y hay un impulso muy fuerte, un hambre por conocer más, por llegar más allá de donde alcanza nuestra vista e ir descubriendo lo que hay ahí, ir teniendo una experiencia directa”, agrega.

A pesar de que explorar fuese para él algo natural, hubo una aventura en particular que le abrió los ojos frente a su capacidad de ir más lejos: “Una expedición que me marcó mucho fue una travesía que hice en kayak el año 2002. Había hecho expediciones antes, pero esa fue mi primera expedición en kayak, larga y mía, en solitario. Esa expedición fue fascinante, en esa expedición me di cuenta de todo lo que podía hacer”.

En ese momento, Cristián supo que una embarcación tan simple como el kayak le abría un mundo de posibilidades, pues en él podía llevar todo lo necesario para escalar, bucear y registrar de forma completamente autónoma. “Me di cuenta que podía llegar muy lejos, que podía remar miles de kilómetros si quisiera. Podía llegar tan lejos como la imaginación me lo dictara”, afirma.



Campos de hielo

Desde entonces, el explorador nacional ha seguido sumando travesías a su lista cada vez que tenía la oportunidad. Este verano, a pesar de la pandemia, no fue diferente: Cristián realizó tres expediciones.

El primer viaje en diciembre fue un cruce transversal del Campo de Hielo Sur —desde el fiordo Bernardo al glaciar O’Higgins— que no presentó mayores dificultades. Luego viajó a Cordillera Darwin y, por último, realizó una travesía a Campo de Hielo Norte. Fueron tres viajes muy diferentes. 

El más reciente, el cual Cristián realizó junto a Harry Brito, fue especialmente complejo. El plan original —que se estaba gestando desde hace más de un año— se vio afectado desde el inicio. Antes de siquiera empezar, el mal tiempo dejó atrapado al compañero de Donoso en una isla en el Estrecho de Magallanes, retrasando 10 días su encuentro en Puerto Montt. Esto además de las restricciones sanitarias que también alteraron las fechas predeterminadas.

Cuando se pusieron en marcha hacia el campo de hielo ocurrió otro imprevisto: un GLOF (inundación causada por el desborde de un lago glacial) que inundó el Valle Huemules, que según los pobladores fue el más violento que habían visto en los últimos 15 años. Los exploradores quedaron atrapados en una isla rodeados de enormes torrentes de agua, retrasando nuevamente la expedición otros seis días.

“Fueron distintos factores que comenzaron a retrasar todo. Llegamos a un punto que ya estábamos en el hielo y también nos dimos cuenta de que un sector estaba bastante más fracturado y más agrietado de lo que esperábamos”, cuenta Cristián. 

“Se podía pasar, pero había que hacer puerteos, entonces íbamos a tener un nuevo retraso y ya en ese punto decidimos detenernos y dar pie atrás, sobre todo porque teníamos una fecha de retorno por temas laborales, no podíamos extender demasiado la expedición”, añade.

Aunque no pudo completar su última expedición en el primer intento —algo que según Donoso es bastante usual—, pudieron explorar las zonas más críticas de la travesía: el acceso y la salida. Estas suelen ser las partes más técnicas y peligrosas de un campo de hielo, por lo que un reconocimiento previo es sumamente útil para facilitar el segundo intento programado para enero.



Imágenes con impacto

La segunda expedición de este verano fue una travesía en kayak por Cordillera Darwin. Cristián cuenta que fue con un propósito claro: “Ahí lo que hicimos fue ir a comparar fotos antiguas que fueron tomadas por Alberto de Agostini y un explorador alemán que se llamaba Gunther Plüschow. Ambos exploradores estuvieron hace un siglo en Tierra del Fuego y fotografiaron los glaciares. Nosotros teníamos esas fotos antiguas y fuimos y buscamos los mismos lugares donde fueron tomadas y repetimos las fotos”.

No fue tarea fácil. De hecho, Donoso recuerda un momento memorable de la expedición en la cual estuvo en riesgo la obtención de la fotografía “estrella”. 

Tras descubrir, junto a Alfredo Pourailly, que al juntar varias fotos sueltas tomadas por Alberto de Agostini se obtenía una imagen de una panorámica espectacular del glaciar Marinelli nunca antes publicada, sabía que tenían que repetirla. 

Pero cuando llegaron no se veía nada. Estuvieron horas esperando bajo la lluvia a que el cielo se abriera. Entumecidos pasaron todo el día con las cámaras y el equipo listo para capturar el glaciar en cuando se despejara. Ese momento no llegó y se fueron desilusionados esperando que al día siguiente se presentara la oportunidad. 

Cuando volvieron se llevaron una sorpresa. “Volvimos muy temprano con la esperanza de encontrar condiciones mejores y en verdad lo que ocurrió fue increíble porque se despejó totalmente. Desaparecieron las nubes, no había una en el cielo. Tuvimos una condición excepcionalmente buena. Yo y Alfredo hemos estado muchas veces en esta zona, nunca nos había tocado un tiempo tan bueno como ese día”, relata Cristián. 



Y añade riendo: “En verdad pensamos que Alberto de Agostini nos estaba ayudando desde algún lugar, nos estaba echando una mano. Casi que sentíamos al curita haciendo algo por nosotros. Esa foto es increíble, es muy impresionante”.

El plan es realizar una exposición con estas fotografías impresas en un gran formato para que se puedan apreciar las diferencias entre el paisaje de hace un siglo con el actual. Dicho evento se realizará en Manhattan, pues el proyecto fue apoyado por el Club de Exploradores de Nueva York, y en distintas zonas del país. Aún no hay una fecha definida debido a la situación sanitaria.

“Queremos dejar en evidencia el dramático retroceso de los glaciares en Tierra del Fuego”, explica Donoso. “Esperamos generar un impacto, de modo que las personas puedan visualizar de manera directa cuál es el impacto que tiene el cambio climático en el paisaje de Patagonia y en la tierra en general. La gente escucha mucho de esto de forma muy conceptual, pero cuando lo ves en una foto comparativa de alta resolución, en un gran formato, y empiezas a hacer la comparación, el efecto de tomar conciencia creo que es mucho más efectivo que solamente con los datos”, agrega.



Ir por más

Según explica Cristián, el término “explorar” etimológicamente viene del latín y está compuesta por la palabra plorare, que significa “llorar”, y el prefijo ex, que denota la acción de salir. “La palabra es salir del sufrimiento, ir en busca de la felicidad, la satisfacción; en busca de la comida, en busca de los recursos para poder sobrevivir, para sustentar la propia vida y la de la propia familia”, dice Donoso.

“Creo que la evolución también puso en el humano un sentimiento de satisfacción asociado a la exploración, y eso ya se ha independizado un poco de ese origen económico. La exploración se ha quedado con este sentimiento de satisfacción en su forma más pura y es quizás ese el sentimiento que mueve a los exploradores actuales, a los deportistas, a los montañistas a llegar a los lugares a donde llegan”, afirma el explorador.

Ese continúa siendo el propósito de Cristián Donoso, buscar la felicidad, por lo que no es extraño que tenga varios proyectos y planes de expedición listos para realizarse en cuanto las condiciones lo permitan. 

Uno de ellos está enfocado cerca de su hogar en Cajón del Maipo, por donde ya se encuentra explorando antiguas rutas de arrieros, haciendo registros con la intención de generar un mapa y de tratar de rescatar algo de la cultura de arrieros que, según dice, sigue viva.

Además, Cristián planea volver a la Patagonia en compañía de Harry Brito para realizar una travesía en kayak y en trineo por la isla Santa Inés. El interés en este lugar se debe principalmente a que allí hay un campo de hielo que, según cuenta Donoso, está bastante inexplorado. Sin duda, algo muy tentador para alguien con hambre de llegar donde pocos lo han hecho.



Por último, el destacado explorador retomará una misión en la que lleva mucho tiempo. “Estoy hace 16 años buscando un naufragio en el golfo de penas. He hecho 7 expediciones, voy a ir por la octava en el momento en que se pueda”, cuenta Cristián.

Debido a las limitaciones de las circunstancias actuales, no hay fecha definida para estos proyectos. Aun así, Cristián Donoso está tranquilo y atento a la oportunidad de poder lanzarse a una nueva aventura. “Ahí las cosas van saliendo de a poco”, dice con la calma de quien se sabe capaz de llegar a donde quiera.


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