Cicloturismo en tierras japonesas: Un viaje que te invita a descubrir este lejano país, por medio de sus numerosas y asombrosas ciclovías.
Luego de realizar algunos viajes en bicicleta por distintos países occidentales, decidimos hacer un viaje distinto: uno donde el idioma y la cultura estuvieran totalmente alejadas de lo que ya conocíamos. Por esta razón, nuestro destino fue Japón, un país con mucha historia y arraigo en sus tradiciones, lo que lo hace completamente mágico y diferente a otras partes del mundo. Además, teníamos como referencia que Japón, era uno de los diez mejores países para visitar en bicicleta.

El objetivo de la ruta fue realizar mil kilómetros por carreteras y ciclovías niponas pasando por sus principales ciudades, tales como Tokio, Fujiyoshida, Nagoya y Kioto, para finalizar en Osaka. Aquí, la modalidad de viaje fue el “bikepacking”, un sistema de bolsos que van adheridos al marco de la bicicleta con el fin de optimizar espacio y peso, los que son fabricados de forma personalizada por “Choike Bags”; mientras que la bicicleta utilizada fue la Kona Rove de tipo “Gravel”, ideal para largas distancias y todo terreno con horquilla rígida.
Nuestra ruta comenzó en el aeropuerto de Narita. Aquí armamos nuestras bicicletas y tomamos dirección hacia Tokio, pasando por caminos de frondosa vegetación e intensos sonidos de pájaros e insectos. También nos sorprendió la amabilidad de la gente, la que caracterizó nuestros primeros kilómetros en esta isla.
La época en que visitamos la isla es la más lluviosa del año, pues también es el periodo de crecimiento de las plantaciones de arroz. Debimos pedalear con un calor extremo y con una lluvia copiosa que hizo del recorrido una experiencia desafiante. Por suerte, las bicicletas se comportaron de manera muy estable y los bolsos resistieron toda condición adversa.
Todo tiene su encanto: pedalear tanto en la ciudad como en los alrededores. Los pueblos nos mostraban el verdadero Japón, el que vive lento, sin grandes comodidades ni lujos, todos muy preocupados por el cuidado de la naturaleza y su entorno. Por otra parte, las ciudades nos recordaban que estábamos en uno de los países más modernos del mundo. Esto realmente lo hace un lugar muy interesante debido a la gran mezcla de vanguardia y tradicionalismo aquí presentes.

Tokio fue nuestra primera parada. Quisimos recorrer sus verdes alrededores llenos de numerosas ciclovías y rincones con mercados y aromas ligados a la gastronomía marina.
Y aunque parezca increíble, esta ciudad cuenta con numerosos lugares para acampar, pues los japoneses disfrutan bastante de actividades outdoor durante las diferentes épocas del año, siendo más frecuente en verano. Además, durante todo el recorrido observamos múltiples santuarios sintoístas y templos budistas que forman parte de la vida cotidiana de los japoneses. Estos se encuentran en todos lados y se funden entre los bosques, ciudades y montañas.
En este país, el ciclismo se vive a diario. La mayoría de las personas se moviliza en bicicleta hacia sus trabajos y lugares de estudio. Es común, también, ver algunas madres viajando con tres hijos sobre la bicicleta. Aquí, la lluvia ni nada es impedimento para dejar de utilizar este medio de transporte.

En la isla, además, el cicloturismo es ideal debido a la cantidad de ciclovías, de rutas peatonales compartidas y de caminos entre las montañas que permiten la práctica segura de este deporte.
Al salir de Tokio nos dirigimos hacia una extensa zona montañosa donde se encuentra la cumbre más alta de todo Japón: el monte Fuji con 3.776 metros de altitud, un destino obligado para todo ciclista. Este se ubica en Fujiyoshida, una ciudad con un clima de montaña, cambiante y con una intensa niebla que hizo que el ascenso a la montaña fuera impresionante.
Pensando que lo más alto lo habíamos enfrentado, nos tocó cruzar nuestra segunda zona montañosa: los llamados Alpes Japoneses del Sur. Para eso debimos ingresar a la reserva de la biósfera Alpes Minami, ubicada entre lagos y ríos que cruzan todo Japón.
Este sitio se encuentra protegido por la Unesco debido a la gran cantidad de flora y fauna que se concentra en el lugar, pues muchas de sus especies migraron desde el norte producto de la glaciación. Así, visualizamos paisajes impresionantes por la exuberante vegetación y la soledad del entorno.
A medida que nos alejamos de la montaña, el ritmo fue acelerándose con rapidez a medida que avanzábamos hacia las ciudades. De esta forma llegamos a Nagoya, una gran localidad costera que guarda una diversidad enorme de culturas y que es muy amigable con las bicicletas.
En cada ciudad recorrimos lugares emblemáticos, eligiendo idealmente los que permitían el ingreso de bicicletas, con la tranquilidad además, de que podíamos dejarlas cargadas con todo el equipaje en cualquier lado, y así recogerlas intactas más tarde.
Recorrer Japón entre ciudades fue definitivamente lo más memorable del viaje: cruzamos montañas, túneles interminables, vimos animales en estado natural, visitamos pueblos pequeños, y compartimos las tradiciones locales en los llamados Michi no eki.
Los Michi no Eki, por cierto, fueron nuestra parada obligatoria mientras nos movíamos de ciudad en ciudad. Estos existen a lo largo de todo Japón y corresponden a sitios donde se concentran los productos según cada región, en los que se puede disfrutar de alimentos frescos y únicos de la zona.
Luego de nuestra parada en Nagoya, nos dirigimos a Kioto, para muchos la ciudad más hermosa de Japón debido a su arquitectura y fusión entre lo tradicional y lo moderno, además de una gran cantidad de templos, castillos y parques para visitar. Obviamente, hacerlo en bicicleta resultó ser el mejor panorama, ya que muchos lugares quedaban lejos de la ciudad.

Finalizamos el viaje con nuestra última ruta hacia Osaka. Nos sorprendimos gratamente con una ciclovía de 47 kms que encontramos en perfecto estado y en forma continua hasta nuestro destino, con una amplia conectividad a otras ciudades. Francamente, fue un relajo terminar el viaje lejos de vehículos y carreteras transitadas.
Al llegar a esta gran ciudad nos asombramos por su gran tamaño, coloridos led y sus destinos en bicicleta dispersos por toda la ciudad. Si no andas con la tuya, hay una gran variedad de lugares donde conseguir una. Incluso existen hostales exclusivas con este fin, tal como la famosa CharinCo, muy cercana al castillo de Osaka.
Como conclusión, viajar en modo bikepacking hacia destinos lejanos, es una de las experiencias más increíbles que todo amante de la bicicleta debe realizar en su vida.
Un modo especial para quienes disfrutan del ciclismo y de los viajes, y de conectarse con las diferentes sensaciones que ofrece la ruta. Finalmente, la facilidad de moverte de ciudad en ciudad, conociendo cada rincón de un país, te permite tener otra visión de viajar.
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