Conectarse con la naturaleza es una experiencia diferente para todos, pero de una u otra manera cada uno de nosotros puede encontrar en ella un poco de lo que necesitamos: tranquilidad, desconexión o un breve momento de liberación. Los baños de bosque son una práctica que apunta a renovar y fortalecer nuestro vínculo con la naturaleza.
Por María José Hepp. Fotos Claudio Paillalef.
Quien haya ido al bosque seguramente recuerda su olor. Ese aroma a tierra húmeda, árboles viejos y aire puro. A algunos, esa primera inhalación, tan profunda que pareciera que queremos llevarnos el bosque completo a los pulmones, nos despierta recuerdos largamente dormidos que se abren paso en nuestra mente acompañados por cálidas y reconfortantes sensaciones.
Insertos en un mundo urbano, ajetreado y sin pausa, a veces se nos hace difícil encontrar tiempo y espacios para rodearnos de naturaleza. Por esto, en los últimos años se han extendido técnicas y experiencias que invitan a volver a reestablecer la conexión con el entorno y con nosotros mismos.
Uno de estos métodos son los baños de bosque, que, según Qing Li, conocido como el máximo experto en medicina forestal, previene enfermedades al disminuir significativamente la hormona del estrés. Sumergirse en el bosque es, en cierta medida, un antídoto natural para la vida moderna.

Shinrin Yoku
Los baños de bosque fueron desarrollados en Japón y el término en español es la traducción literal de su nombre original: Shinrin Yoku. El concepto fue desarrollado por Qing Li, científico inmunólogo y director de la Sociedad Japonesa de Medicina Forestal, hoy considerado el mayor experto en el tema.
Li ha realizado múltiples estudios cuyos resultados muestran que el Shinrin Yoku potencia el sistema inmunológico. Además, las investigaciones apuntan a que esta práctica baja la presión arterial, alivia el estrés y reduce el riesgo de infarto.
“El baño de bosque en sí es una conexión con la naturaleza que promueve y genera salud, mejorando nuestro bienestar personal”, dice Cristián Sollner, administrador en ecoturismo y guía de baño de bosque certificado por la Forest Therapy Institute.
Sollner se considera muy afortunado de haber crecido en constante contacto con ambientes naturales. Con el tiempo se dio cuenta que las personas están cada vez más desconectadas del medio ambiente y que hoy son pocas las actividades al aire libre que realmente invitan a conectarse con la naturaleza. A raíz de esto, se puso a investigar cómo poder establecer un vínculo más profundo y sobre los beneficios que este nos puede traer como individuos.
Así, pronto encontró el Forest Therapy Institute, formado por Alex Gesse, autor del libro “Sentir el bosque”. Quedó totalmente maravillado y decidió capacitarse para desarrollar esta técnica.

Absorber el bosque
El Shinrin Yoku, cabe destacar, no es una simple caminata entre los árboles. La experiencia de un baño de bosque involucra los cinco sentidos y debe haber una intención consciente de conectar.
“Una baño de bosque no es una salida de reconocimiento de especies”, dice Sollner, “tampoco es una salida donde nos proponemos como meta ir del punto A al punto B o llegar a un lugar para apreciar algún atractivo natural específico”. El guía de bosque asegura que siempre empieza una salida explicando precisamente qué no es un baño de bosque.
La experiencia dura alrededor de tres horas y se trata de adentrarse en el bosque a paso tranquilo, sin necesidad de un sendero, a través de espacios relativamente abiertos para que el grupo pueda abrirse con comodidad.
Durante la trayectoria se hacen invitaciones, una palabra cuidadosamente elegida para que las personas no sientan que se les está exigiendo participar: “La idea es que cada uno vaya a su propio ritmo conectando lentamente con el bosque”, dice Sollner.
Durante el recorrido suelen hacerse entre 6 y 8 invitaciones. Éstas varían según el lugar y los elementos. Un ejemplo, dice Sollner, es pedirle a todos que vayan a encontrar un árbol que le llame la atención. Luego, los invita a recostarse sobre este o sentarse a un lado y quedarse allí, analizando cómo transcurre el tiempo, lo que sucede a su alrededor.
“Te empiezas a dar cuenta que cada espacio del bosque tiene su ritmo”, asegura el guía de baños de bosque. “Arriba, por ejemplo, el bosque siempre anda más acelerado, las copas de los árboles se mueven por el viento. En la zona media habitan distintas aves, diferentes a las que viven arriba y a las que viven abajo en el sotobosque”, detalla.
Esta experiencia se trata de invitaciones que involucran todos los sentidos. Por ejemplo, caminar y encontrar un elemento cualquiera, como la corteza de un árbol, y dedicarnos a observar su forma, percibir su aroma, palpar sus rugosidades y escuchar los sonidos que le rodean.
“Sientes que algo te llama la atención y te dejas llevar, te dejas sentir”, dice Cristián. El guía explica que esta práctica tiene estrecha relación con el mindfulness o atención plena, pues se trata de traer la mente al momento presente y enfocarse en vincular con la naturaleza.
La experiencia culmina con una ceremonia de té. El guía prepara infusiones con las mismas plantas que se encuentran en el sector, cuyas propiedades conoce. Todos comparten el té en círculo y, dependiendo del momento y de cómo sintoniza el grupo con el lugar, surgen diferentes dinámicas con los elementos naturales allí presentes.

Somos naturaleza
El guía de bosque asegura que hay un cambio sustancial en las personas entre el momento que llegan y cuando termina la experiencia. Dice lograr darse cuenta de cómo la gente llega con cara de incertidumbre y escepticismo, pero que al salir sus expresiones son otras. “En la medida que vas avanzando te das cuenta cómo la gente empieza a sonreír, sus rostros cambian completamente. Es mágico”, cuenta emocionado.
Cristián Sollner dice que hay una frase especial que siempre intenta tener presente: “A menudo olvidamos que somos parte de la naturaleza. La naturaleza no es algo separado de nosotros, por eso cuando decimos que hemos perdido la conexión con la naturaleza significa que hemos perdido la conexión con nosotros mismos”.
Con estas palabras en mente, Cristián recientemente fundó Rukakütral. Junto a la psicóloga Mikaela Lukacs, crearon esta empresa para entregar experiencias turísticas de bienestar relacionadas al bosque nativo en Curarrehue. Además de Shinrin Yoku, ofrecen diferentes actividades enfocadas en conectar con el entorno.
Sollner espera poder certificarse prontamente como terapeuta de bosque, el cual se diferencia del guía al tener la posibilidad de recetar y llevar a cabo un tratamiento completo que apunta a la recuperación y rehabilitación de un paciente. Su propósito es poder darle más fuerza a esta práctica en el país y seguir adentrándose en todos los beneficios a la salud que la naturaleza puede entregar.
Cabe recordar que los baños de bosque pueden realizarse en cualquier espacio natural, siendo más bien un baño de naturaleza. Por ende, es una práctica inclusiva que se puede adaptar según las necesidades. El cofundador de ruka kutral asegura que es posible hacerlo hasta en el propio jardín o un parque cercano.
“La invitación es para todo tipo de público, para que vengan a conocer estas actividades innovadoras, sobre todo en temas de salud y bienestar. Es para todo tipo de edades y condiciones físicas”, dice Sollner.
Los baños de bosque, más allá de sus formidables beneficios para el bienestar, son una oportunidad para disfrutar de un lugar y crear recuerdos que nos acompañarán toda la vida. Ojalá todos tengamos la oportunidad de dejarnos envolver por el bosque nativo, acercarnos a sentirlo con la intensidad suficiente para que nuestra mente se libere y logremos aprovechar ese estado de paz —quizás breve— que nos puede dar la naturaleza.
“Bajo los volcanes, junto a los ventisqueros, entre los grandes lagos, el fragante, el silencioso, el enmarañado bosque chileno; me entra por las narices hasta el alma el aroma salvaje del laurel, el aroma oscuro del boldo; es un mundo vertical, una nación de pájaros, una muchedumbre de hojas; los árboles se yerguen sobre la alfombra de la selva secreta, y cada uno de los follajes, lineal, encrespado, ramoso, lanceolado, tiene un estilo diferente, como cortado por una tijera de movimientos infinitos…”.
— Pablo Neruda

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