Tiene 35 años, es psicóloga, tiene un magíster y un amplio repertorio de logros y reconocimientos. El más reciente: la mujer del año. La sirena de aguas gélidas, Bárbara Hernández, nos contó sobre su pasión por el agua, la natación y el ser mujer en el mundo del deporte.
Por Francisca Martínez. Edición María José Hepp. Fotos gentileza Bárbara Hernández.
Imparable, con garra, y rodeada de un equipo incondicional, Bárbara Hernández sigue soñando con abrirse camino a través de las aguas más frías del mundo. Con sorpresa y humildad recibió en enero de este año el premio a mujer del año entregado por la Asociación Mundial de Nado en Aguas Gélidas.
Bárbara agradece profundamente a la gente que la apoyó día a día. Sin su entrenador, fisioterapeuta, nutricionista, pololo y amigos, no podría haber llegado hasta donde está hoy: “Para mí el equipo lo es todo. Las primeras personas a las que siempre agradezco ese nivel de compromiso es a ellos, sobre todo porque lo hacen por amor al agua y la bandera, y dejan todo de lado para poder acompañarme en estos nados que no tienen ninguna retribución económica”.
La deportista se enorgullece de sus logros, pero ante todo aseguró que esos reconocimientos, aunque gratificantes, no son lo que la definen: “A mí me define esa capacidad de poder construir comunidad y de plantear tema que nadie está dispuesto a hablar en relación con el deporte: políticas de género en el deporte, qué pasa con el acceso al deporte, que el deporte es un privilegio. Y como mujer chilena, nadadora, profesional, te da una herramienta”, dijo en entrevista con FullOutdoor.
Bárbara es indiscutiblemente una mujer fuerte y con una determinación de acero, y que sin duda inspira a muchas a jugársela por sus sueños. En el día internacional de la mujer, la nadadora dedicó un mensaje a la comunidad a través de sus redes sociales: “Por todas las que son ejemplo de coraje desde sus acciones constantes, por las que estamos aquí y ahora construyendo propósitos y significados que busquen motivar a niñas y mujeres a soñar en GRANDE. Y porque lleguemos a perderle el miedo al miedo”.
“A seguir trabajando por los cambios que queremos, que merecemos, hasta que la perspectiva de género y la paridad de género sea la regla y no la excepción! Vamos juntas desde nuestras pasiones y propósitos demostrando que NADA ES IMPOSIBLE!!!”, escribió.

Amor al agua
Cuando tenía 6 años, Bárbara Hernández acostumbraba a ir de vacaciones con sus papás al litoral central, y lo primero que hacía cuando se bajaba del bus era meterse al mar. No importaba lo helada que estuviera el agua, ella se quedaba nadando todo el día.
Sus papás, Daniel Hernández y Ana Huerta, preocupados porque Bárbara no sabía nadar, decidieron llevarla a un taller en la piscina de la Universidad de Chile que se ubica en Estación Mapocho. De esta forma, pronto comenzó a nadar en un nivel más avanzado, y aún siendo niña, también era la única mujer del taller.
Pero Bárbara nunca fue la más veloz en el agua y tampoco obtuvo medallas, lo que en parte le afectó en su adolescencia, según comentó en la edición número 17 de Outside Chile: “A veces competía y otras veces no. Fue un período bien difícil, sobre todo porque era adolescente. No era la mejor nadadora y eso es lo que uno quiere cuando es chico”.
Sin embargo, nunca dejó de entrenar. Nadar ya le gustaba mucho, era su espacio. “El agua es mi hogar, yo soy de ahí”, afirmó, “para mí todo puede cambiar, mis amigos, el colegio, el lugar donde vivo, pero el agua no, el agua siempre está ahí, le da continuidad a mi vida por eso me gusta tanto yo creo”.

Un comienzo difícil
Hasta entonces estaba acostumbraba a nadar en piscinas, hasta que a los 17 años, Mauricio, un amigo de su taller de natación, la invitó a nadar en una competencia en Valdivia. Lamentablemente, ya en el lugar, los entrenadores y organizadores no la dejaron nadar porque, según ellos, no contaba con todos los papeles necesarios.
En esa ocasión, Mauricio decidió irse con su polola a Puerto Montt así que Bárbara se quedó unas semanas sola con su mochila en una ciudad donde no conocía a nadie. Por suerte, una familia que formaba parte de los organizadores de la competencia —que sí estaban de acuerdo con que ella participara— la acogió en su casa durante dos semanas, hasta que llegó la fecha del segundo certamen.
“El ambiente de la natación en Chile es muy competitivo, pero no en el buen sentido de la palabra. Muchas veces se aspira a conseguir objetivos o metas, no por ser el mejor ni el que más se esfuerza, sino que echando para abajo a los otros”, comentó la nadadora.
Hoy, recuerda ese episodio como una anécdota más que la impulsó a querer nadar todas las aguas abiertas que le fuera posible. “Después de haber sido un episodio bien triste y lamentable, donde casi que me voy a dormir debajo de un puente en Valdivia, gané una familia que amo profundamente, con abuelos incluídos, un amor por Valdivia y la región único; pero por sobre todo un amor por las aguas abiertas que trasciende las dificultades, las adversidades o estas cosas así medias injustas”, comentó en entrevista con FullOutdoor.
En la segunda competencia, en la que sí pudo nadar, le ganó a los hombres apenas comenzó la primera travesía llevada a cabo en el cruce Niebla-Corral. “Fue un gran logro para mí, ya que Chile es un país súper machista. Estoy muy feliz de haber podido nadar en el mar con olas”, comentó en 2017.

Conectar con el frío
Desde ese entonces, lo único que Bárbara comenzó a anhelar más que nunca fue nadar en el Estrecho de Magallanes, en el Canal del Chacao, con el fin de seguir realizando más travesías en aguas abiertas. Además, poco a poco fue descubriendo que nadar en aguas cada vez más frías no era ningún problema, pues lograba adaptarse muy bien a las peores condiciones.
En cambio, con el agua menos fría no le iba tan bien, le daba sueño y terminaba yendo cada vez más lento. Para ella, cuando las cosas se ponían más difíciles; cuando había más viento y cuando el agua estaba más helada y torrentosa, era cuando mejor le iba.
Muchas veces compitió con nadadores que eran más rápidos que ella, pero que abandonaban la carrera mientras que Bárbara solo pensaba en llegar a la meta.
Después, continuó nadando en hielos y glaciares donde la temperatura no sobrepasaba los 4 o 5 grados bajo cero. Y cuando cumplió 26 años, compitió por primera vez en las gélidas aguas del glaciar Perito Moreno, Argentina.
Bárbara ni siquiera conocía la nieve pero había llegado a un lugar que estaba completamente nevado. Pero no dijo nada pensando que la podían dejar fuera de la competencia, así que en silencio se metió al agua. Finalmente, obtuvo el primer lugar en la categoría damas de 500 metros, a una temperatura de -26°C.
En esa ocasión fue cuando conoció a los 75 nadadores extranjeros que estaban compitiendo en la carrera, la mayoría de países nórdicos e ingleses. Con el pasar del tiempo ellos se han convertido en un gran apoyo para esta sirena de aguas gélidas.
“Me he dado cuenta que afuera te apoyan mucho más que lo que te apoyan acá. No existe esa rivalidad deportiva sino que ellos son realmente felices con que otros hagan lo que hacen”, dijo Bárbara.
Hasta ese entonces, en Chile nadie podía responder a las consultas de esta nadadora, ya que nadie sabía mucho sobre cómo bracear en aguas gélidas, no sabían de hipotermia. Al contrario, la gente siempre le metía miedo, le decían que le podía pasar algo, que no siguiera. Pero para esa gente, ella no tenía oídos.
Después de eso compitió en el mundial de Rusia, donde nunca pensó que llegaría. “Para mí, nadar en el Mundial era la excusa para poder ir a la Patagonia que es lo que más me gusta. Me encantan los glaciares y Chile con todas sus aguas, mares y ríos”, aseguró.
En la Patagonia fue reconocida por ser la primera persona en nadar frente a cuatro glaciares en extremas temperaturas y sin el traje de neopreno, momento en que la propia ministra de SERNAM le entregó un reconocimiento.

Admiración femenina
La mujer que Bárbara más admira es su mamá, por su fuerza y también por su flexibilidad ante las dificultades. Ella fue y sigue siendo quien más la ha apoyado y la que, cuando la nadadora llegaba con nuevas ideas sobre lugares en los que nadar y con la duda de si podría lograrlo, siempre le decía: “¿Por qué no?”.
En cuanto a las deportistas que la han inspirado durante su carrera, Bárbara mencionó a Nora Toledano y Lynne Cox. Contó que aún no se acostumbra —ni nunca se acostumbrará— a que la feliciten y le aconsejen. Aseguró que sigue siendo como cuando era niña y veía gente en las revistas o la televisión, que nunca imaginó llegar a tener una relación de igual a igual o llegar a nadar con ellas.
La psicóloga y nadadora sabe de primera mano lo difícil que es ser mujer en el mundo deportivo: “Ya por ser mujer te miran distinto, ya es distinto el cómo una va sorteando adversidades en distintas áreas, no solo la deportiva”, dijo.
Hay falta de apoyo, de presupuesto y de representación, aunque cada vez son más las mujeres que participan, al menos en el nado. Bárbara aseguró que cuesta mucho conseguir lo que necesita, pero que su propósito siempre es hacerlo por la gente.
“No es un título en el diario lo que me, o nos, motiva a muchas personas. Estoy pensando en la Barbarita Lara que también es una ídola de las ciencias y tecnologías, y cuánta falta nos hace poder tener mujeres de referente. Entonces poder construir comunidad solo hace a Chile más grande, más empático, solo hace a las personas más fuertes”, aseguró.
Bárbara hernández.
La mujer del año afirmó que es fundamental jugársela e intentarlo, lo cual vale para todas las personas en cualquier área: “A veces tienes que obligarte. Yo siento que uno tiene por ganar, solo por el hecho de intentarlo, mucho más que lo que uno tiene que perder. Siempre es una decisión y yo no digo que sea fácil. Para mí, hasta el día de hoy, todos los días elijo ser nadadora”.
Hoy, Bárbara Hernández sigue con el propósito de generar comunidad sin importar las dificultades del camino ni el tiempo que le tome, ni cuantas veces pierda. “Obvio que nadie quiere perder, duele, frustra, angustia, uno se siente vulnerable”, dijo.
Y agregó con determinación: “Para mí es algo con lo que no estoy dispuesta a tranzar, estoy dispuesta a bancar esa sensación 10 mil veces más porque yo sé que ese es el camino que me acerca al propósito, que eso es lo que me conecta con la gente, eso es lo que me hace construir camino y lo que ha marcado la diferencia hasta hoy, siendo no la mejor nadadora ni la más rápida, pero sí la más perseverante”.
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