La fatiga viene en dos formas muy diferentes y enfrentar cada una de ellas requiere de un enfoque completamente distinto.
Por Brad Stulberg. Foto @abbiebernet.
Una de mis clientes de coaching, a quien llamaré Jenny, es una emprendedora de 39 años. Últimamente ha estado luchando contra la fatiga, nada demasiado grave, solo una sensación general de agotamiento. “No me siento tan enérgica como me gustaría”, dice.
La primera solución que se me ocurre darle es sencilla: descansar. Pero, ¿Qué pasa si intenta descansar y todavía se siente fatigada?
La situación de Jenny es bastante común. Ilustra lo que he llegado a considerar como la diferencia entre dos tipos de fatiga:
- Cuando el sistema cuerpo-mente está realmente cansado, o lo que llamaré fatiga real.
- Cuando el sistema mente-cuerpo, producto de la rutina, engaña a la persona para que se sienta cansada, o lo que llamaré fatiga falsa.

Es importante distinguir entre estas dos sensaciones, porque la respuesta que cada una requiere no podría ser más diferente.
La primera pide parar, descansar y respirar. Esto último requiere no tomar la sensación de agotamiento demasiado en serio y buscar rápidamente la salida. Además, cuando se trata de fatiga física, puede ser más fácil reconocerla. Duelen los músculos, el ritmo cardíaco aumenta, y la velocidad para moverse disminuye. Sin embargo, para la fatiga psicológica, faltan métricas claras.
La apuesta más segura, entonces, es tratar la aparición del agotamiento psicológico como si fuera una fatiga real: tómate un día libre o unos pocos. Duerme un poco más. Desconéctate de los dispositivos digitales. Si puedes, pasa tiempo en la naturaleza. Vuelve a examinar tu rutina habitual y haz ajustes si es necesario. Si haces todo esto y aún sientes malestar, entonces podría ser fatiga falsa.
Un ejemplo extremo de fatiga falsa es el agotamiento que acompaña a la depresión. En este caso, el cerebro está haciendo todo lo posible para engañarte y lograr que te quedes en la cama todo el día, cuando lo mejor para romper el ciclo sería levantarse, o lo que los psicólogos llaman “activación conductual”, clave para el tratamiento de la depresión.
Esto no quiere decir que las sensaciones de letargo no sean reales, lo son y pueden ser bastante paralizantes. Pero esas sensaciones, hasta donde sabemos, no son orgánicas, no son causadas por la falta de sueño o por un gasto de recursos fisiológicos, por ejemplo. Si así fuera, la acción o la activación empeoraría la situación. Pero las investigaciones muestran que esta medida, especialmente cuando está respaldada por terapia, tiende a mejorar la situación.
Este tipo de fatiga falsa ocurre a menor escala todo el tiempo. Por ejemplo, hace unos ocho meses pospuse el inicio de mi próximo gran proyecto de escritura porque me sentí muy cansado. Así que descansé. Y descansé un poco más. Después de unas tres semanas de inacción, con la ayuda de mi propio entrenador, decidí forzarme a mí mismo para comenzar. Tres días después, logré un gran ritmo de escritura que duró más de un mes. Más descanso solo habría profundizado la rutina y solo necesitaba trabajar para salir de eso.
Aquí hay varias capas más de matices y es importante reconocerlas. A veces, romper el ciclo de la fatiga requiere combinar las dos estrategias anteriores: descansar y activarse. Es posible que al inicio se experimente una fatiga real y, por lo tanto, es necesario descansar. Pero después de una semana de descanso, el sistema cuerpo-mente puede recuperarse y seguir aferrado a la inercia de no hacer nada. Pero los estudios demuestran que el esfuerzo físico despierta al cuerpo y lo vuelve a poner en acción.
La mejor opción es manejar el agotamiento como una práctica continua. Con el tiempo, si la persona presta atención a cómo se siente, lo que hace en respuesta y lo que obtiene de ello, mejorará la diferenciación entre la fatiga real y la falsa.
El primer paso es aprender que no todas las sensaciones de fatiga significan lo mismo. Aquellos acostumbrados a agotarse físicamente, quizás necesiten un poco más de descanso. Y aquellos que están acostumbrados a descansar siempre, tal vez se beneficiarían de intentar una vida más dinámica pues, como dice el dicho, “el estado de ánimo sigue a la acción”.
Brad Stulberg (@Bstulberg) es entrenador de rendimiento y escribe la columna Do It Better en outsideonline.com. También es autor de bestsellers de los libros The Passion Paradox y Peak Performance.