De la idea de practicar capoeira saltó a la escalada, y de la escalada pasó a convertirse en un importante activista defensor de la naturaleza y por sobre todo, de las montañas y del libre acceso a ellas. Él es Christian Moscoso, director regional de Acceso Panam y en Outside Chile te invitamos a conocer su historia, una que mezcla bailes con música, roca, espiritualidad y mucho amor por el planeta.
Por Claudia Benavídez. Fotos Gentileza Chris Moscoso.
Apenas salió de la universidad, Christian Moscoso (de 42 años) decidió viajar a Brasil y recorrer de norte a sur la costa de este país. Se quedó por aquí unos tres meses y cuando tuvo que volver a Chile se trajo, de recuerdo, las ganas de aprender capoeira.
Esta famosa expresión cultural afro-brasileña que mezcla danza, arte marcial, música y acrobacias; y que además mejora los reflejos, el equilibrio, la resistencia muscular y la coordinación de quien la practica, lo cautivó por completo.
“Me gustó por todo lo que vi, porque te permite controlar tu cuerpo a través de la música, por su importancia en términos culturales, por el porcentaje importante de gente que conocí gracias a ella y porque tiene toda una filosofía detrás y la posibilidad de tener un maestro, como las artes marciales, no?”, recuerda el economista y también columnista de la revista Escalando.
En una ocasión, cuenta, se reunió con un buen amigo con el que se veían de vez en cuando. “Le conté sobre el capoeira y me dijo, ‘pero prueba hacer escalada’. Y yo no entendía qué cosa, de lo que yo le estaba explicando, hacía referencia a la escalada”, continúa.
Pasaron un par de meses luego del reencuentro y sin poder concretar aún el tomar clases de capoeira, el mismo amigo lo invitó a escalar primero a un gimnasio y después al aire libre.
“Y ese contacto con la naturaleza y el conocer espacios que antes para mí eran quebradas y paredes sin ningún significado en particular, empezaron a tomar una relevancia en mí que desconocía”, cuenta el escalador.
No fue solo que le gustara el deporte en sí. “También me gustó el hecho de que puedes estar en control de tu cuerpo en un momento y en un espacio determinado, abstrayéndote del mundo para dedicarle mucha concentración a lo que estás haciendo, en el aquí y ahora”, dice.
Por un lado, empezar a escalar pasó a ser casi una terapia. “Comencé escalando tarde, ya estaba trabajando y me pareció que era una buenísima instancia para olvidarme de la oficina, del día a día y de conectarme con otra cosa, principalmente conmigo mismo”.
Y por otro lado, también lo entusiasmó la comunidad de escaladores con la que se fue encontrando y así fue como empezó a hacer otros muy buenos amigos. Luego, no importaba dónde fuera a escalar, siempre conocía a alguien que ya había visto en algún gimnasio o en alguna roca.
Ser parte de una comunidad genera inevitablemente la sensación de estar entre pares, piensa Chris, independientemente del país de origen del escalador, en este caso. Y así, cuando viajaba, el afán por escalar era el punto en común que encontraba con algunos ya conocidos que iba reconociendo y también con otros que recién empezaba a conocer. “Pertenecer a una comunidad de escaladores me llenaba mucho en la vida y aún me sigue llenando”, concluye.
La escalada como una aventura
Chris no se queda con un solo estilo de escalada. Se considera un escalador deportivo, practica multilargos, monolargos y también, “soy bastante flexible en lo que refiere escalar en boulder”, dice.
Pero hoy, cuenta, ha sentido el llamado de probar con la escalada tradicional porque, “es otra la experiencia que te brinda”.
“Es muy diferente confiar en todo lo que tú haces en términos de poner los seguros, de dar los pasos, de chequear el equipo y de visualizar la escalada. Siento que es algo que exige otro nivel y por lo menos para mí, la escalada tradicional hoy me está exigiendo cosas que repercuten dentro de mi vida diaria, que la escalada deportiva dejó de hacer”, explica Chris.
“Nunca me ha llamado mucho la atención tener como meta la progresión en el grado. Me gusta que la escalada termine siendo una aventura, y siento que tener un proyecto duro y tener que entrenar para ese proyecto no es lo que más me motiva de escalar. Va muchísimo más por el lado de conocer algún lugar mágico, con algún tipo de significancia y vincularte con el territorio. En ese sentido, creo que la escalada tradicional está llenando ese espacio”, dice.

El inicio de un activista
En la montaña se viven experiencias que van desde ponerte en situaciones de miedo, riesgo e incertidumbre -como en la vida cotidiana- y puedes rehuir o pensar en cuáles serán los próximos pasos a seguir, opina Chris, y en este sentido la escalada pasó a formar parte de un gran proceso de autoconocimiento.
Además, empezó a ver que en ciertos lugares, como en Cerro Arena, Las Chilcas, Chacabuco, El Manzano y Torrecillas, generaciones anteriores habían ido visualizando la escalada y otra generación había equipado y desarrollado infraestructura básica para poder llegar a estos lugares, darles vida y ser utilizados y disfrutados por las comunidades.
“Eso me empezó a marcar y luego de ir a Cochamó, cuando se pensaba construir centrales hidroeléctricas de pasada en el valle, nació mi afán por proteger este lugar. No sabíamos cuál iba a ser el impacto y me hizo mucho sentido el querer proteger estos espacios, en donde uno tiene este tipo de experiencias de vida, asumiendo además que no están en todas partes”, dice.
Finalmente, en 2009 Chris Moscoso decidió iniciar su camino como activista y junto a otros escaladores nacionales fundaron Acceso Sur, una de las primeras organizaciones en Latinoamérica que se preocupó por fomentar el libre acceso a las montañas y conservar las zonas de escalada.
“Nos juntamos para tener una organización a través de la cual pudiéramos desarrollar jornadas de limpieza, creación de infraestructura, concientización, campañas y una serie de cosas en torno a la montaña, y a través de este trabajo me empecé a meter en las ONGs”, comenta.
En la tarea por defender el valle de Cochamó, también se sumó la ONG internacional Acceso Panam, que se preocupa de fomentar la conservación de zonas de escalada y el acceso a las montañas.
Así fue como, dos años más tarde, Chris llegó hasta Río de Janeiro invitado por esta ONG para participar de una capacitación que reunió a organizaciones y activistas defensores de las montañas.
“Aquí recibí fuertemente una capacitación para transformar el trabajo y canalizar la iniciativa de forma ordenada, utilizar un lenguaje en particular y conocer este mundo nuevo que significaba meterse en una ONG”, recuerda.
Hoy, Christian Moscoso trabaja como director regional de Acceso Panam, y su rol aquí es el de administrar recursos “para que las zonas de escalada se desarrollen con criterios de sustentabilidad, además de plantear el conflicto que tenemos como comunidad y apoyar campañas como #queremosparque”, dice.
En Chile tenemos un modelo de desarrollo económico donde las industrias principalmente extractivas, “ponen ciertas restricciones para que tú como ciudadano puedas transitar y conectarte con el territorio y formar un vínculo espiritual, lúdico cultural y ancestral con él”, explica el economista.
“Y sin el acceso a la naturaleza, comunidades como la de los escaladores, como la de los surfistas o cualquier otra, terminan por no existir, por no tener un espacio para poder manifestarse”, concluye.

El acceso público a la naturaleza
Aunque en Chile los bienes nacionales de uso público como las playas, lagos, ríos, cerros y montañas pueden ser utilizados por todos, sin excepción, también ocurre que si su acceso está limitado por una propiedad privada, la decisión de dejar una libre pasada quedará finalmente en manos del dueño del terreno.
En el caso de las montañas, se estima que el 80% del territorio nacional está conformado por ellas, sin embargo, la mayoría del tiempo resulta difícil -o hasta imposible- entrar.
“La naturaleza hoy día tiene propietario y no tiene el derecho de estar ahí por estar ahí. El propietario tiene uso y goce respecto de esa naturaleza, a no ser que una ley diga lo contrario”, explica el escalador.
Por esta razón, en 2018 el diputado Sebastián Torrealba junto a otros parlamentarios presentaron el proyecto de ley “Acceso libre a la montaña”, el cual “busca crear conciencia sobre el cuidado de estos espacios, y también incorporar la obligación de los propietarios de terrenos colindantes a montañas fiscales de facilitar gratuitamente el acceso para fines turísticos, deportivos y científicos, cuando no existan otras vías o caminos públicos”.
El siguiente paso fue invitar a Acceso Panam para apoyar la creación de este proyecto de ley, organización que entonces levantó la campaña #LegalizalaMontaña y que busca mantener informada a la gente respecto del avance de este.
Pero esta es una conversación difícil, piensa el director regional de la ONG, y el problema se da principalmente por la concepción de propiedad privada que tenemos en Chile.
“Cambiando ese concepto podemos darle solución a este conflicto. ¿A qué me refiero? En países europeos por ejemplo, existe este derecho al tránsito, donde el derecho a la propiedad es una cosa pero el derecho de transitar es otro, y no chocan entre sí porque no hay una superioridad de uno por sobre el otro”, explica.
Pero en Chile, “el propietario puede efectivamente poner prohibición para que tú no transites por su propiedad, independiente si tú solamente quieres pasar para llegar a otro sector, sin poner en riesgo y sin cuestionar que él efectivamente sea propietario de ese lugar”, agrega el escalador.
Actualmente el proyecto de ley “Acceso libre a la montaña” se encuentra en trámite, pues por temas de pandemia quedó como ‘poco prioritario’.
Finalmente, este es un conflicto que tiene que ver con la forma en cómo nos organizamos como sociedad y con la visión que tenemos respecto de la apropiación de las cosas, piensa Chris.
“Y en ese sentido, el concepto que se tenga de propiedad privada va a tener impacto en la relación que tenga la sociedad con la naturaleza”, insiste.

Por el derecho de ir a la montaña
Mucho hablamos de educación ambiental y esta educación ambiental no se puede crear bajo cuatro paredes, cree Christian, sino que se tiene que crear en contacto con la naturaleza y por lo tanto, mientras más contacto haya con ella, más experiencia va a haber.
“Puede existir un momento de peak, porque va a haber más gente yendo a la montaña y por lo tanto, si tú lo mides en cantidad de impacto, efectivamente va a haber más, pero va a tender a bajar porque el estar en contacto con la naturaleza es algo que te sobrecoge y genera lazos emocionales. Nadie ama lo que no conoce”, explica el escalador.
En otras palabras, a medida que más gente acceda, “más gente va a entender de lo que estamos hablando y de lo que se está perdiendo. Nadie lucha por un derecho que no tiene idea que existe. Es algo que no te quitan, algo que sientes que no perdiste”, agrega.
Por último, lograr el acceso libre a la naturaleza para realizar prácticas deportivas y espirituales al aire libre “debería ser recetado como un tratamiento psicológico”, dice entre risas.
“Cuando tenemos conflictos para estar en contacto con estos ambientes, perdemos algo que es inherente a nuestro ser. No es normal que se vaya sacrificando y perdiendo este tipo de derecho. Y si no se alzan ciertas voces para decir ´hey, cuál es el modelo de sociedad que queremos y cuál es la relación que queremos tener con nuestro medioambiente´, esto seguirá ocurriendo”, concluye el escalador, economista y director regional de Acceso Panam, quien asegura, seguirá trabajando para lograr que tod@s tengamos el derecho de ir libremente a la montaña.