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Arrampicata: Escalando por la bella Italia

Vive la experiencia de ascender por los clásicos y rocosos paisajes que se ensamblan en la sorprendente y fértil geografía europea…

Por Paula Fernández.

Cuando tomé la decisión de viajar por Europa con el fin de conocer lugares y gente, y al mismo tiempo, para escalar en cada sector que fuera posible, jamás imaginé que uno de los lugares más hermosos y atrapantes para vivir la escalada sería la bella Italia.

Todo comenzó cuando recibí una inesperada invitación para visitar a una chica del Valle del Elqui, Dulcinea, quien actualmente se encuentra viviendo en Calabria, al sur de Italia.

El plan original era partir desde Catalunya hacia el norte de Italia y allí visitar a unos amigos, además de escalar por los sectores clásicos como las Dolomitas o el Arco, sin embargo, Dul me convenció rápidamente de ir a conocer el sur de Italia. Eso extendería los cinco días que tenía destinados para recorrer el norte de este país.

En Barcelona tomé un barco para cruzar el mar mediterráneo con destino a Civittavecchia, el puerto de Roma, y de ahí tomaría un par de trenes que me dejarían en San Lucido, muy cerca de Cosenza, donde había un par de sectores cerca del mar: Orsomarso, Palinuro y Mendicino, el más próximo a Cosenza.

Calabria

El primer sector al que fuimos fue a Mendicino, donde experimenté la roca calcárea del sur de Italia. Fue una escalada bonita sobre una cueva, la que daba lugar a unos bloques y placas con vista hacia las colinas, y por abajo, cruzaba el río homónimo que junto a los pájaros musicalizaron los pegues. Estuvo divertido. Fue un día para reconocer, para estudiarnos: más o menos notamos cómo era nuestra escalada, nuestros estilos, nuestros papeos y nuestras mañas, ya que ambas seríamos cordada por un par de días.

El siguiente paso fue irnos a acampar al sector de Orsomarso, con rutas de hasta 30 metros y desde 5b a 8b en graduaciones. Luego de ubicar nuestro campamento cerca de la roca y cerca de una llave de agua, partimos a escalar para ir entrando en calor. La diversidad de rutas de este lugar y el entorno natural lleno de bosques y colinas con vista al mar mediterráneo, desde una pequeña capilla abandonada, hacían de il campeggio un lugar soñado.



Escalamos todo el día. Algo que me gustó mucho fue que las rutas están muy bien equipadas, con las chapas a corta distancia, lo que sirve para entrar en confianza con tu cuerpo y con la roca, para luego probar rutas más duras y desafiantes, donde las chapas se alejan. 

A eso del atardecer llegó Ciccio con comida y un par de cervezas, un amigo local de Dul que nos visitaba de vez en cuando para compartir un rato. Al otro día iríamos a escalar todos. 

Como día sábado, llegaron varios amigos de Dul. Juntos visitamos otra parte del sector conocido como “la grotta”, una cueva con rutas posibles y otras durísimas, que atravesaban todo el techo de dicha formación geológica. Seguimos por una canaleta que seguía a la grotta, probando varias técnicas de escalada como placa, dulfer, chimenea y canna, la que ofrecía pasos aéreos y sicológicos pero con buenos agarres, y una roca caliza a la que le podías confiar la vida con regletas, puesto no iba a resbalar.



Así estuvimos tres días. Al tercero mi cuerpo ya estaba agotado, no sólo de las largas y buenísimas jornadas de escalada, sino también del clima cálido y húmedo que caracteriza a este lugar en primavera-verano, haciendo que mi cuerpo sudara hasta en los pegues más tranquilos.

Volvimos a Cosenza con ganas de retornar pronto. En la semana nos tocó una lluvia sorpresiva de verano, con tormenta eléctrica y todo, lo que nos llevó a probar el boulder de los “Climbeers”, una asociación de escalada donde se reúnen excelentes personas con ganas de enseñar sin ningún reparo.

El fin de semana volvimos a escalar a Orsomarso, cambiando el plan inicial de viajar a la costa norte a escalar en Palinuro, por rocas que llegaban hasta la playa misma (donde, si la marea estaba alta, la asegurada sería  imposible). 

Producto de la lluvia, la marea subió esa semana y no pudimos viajar, por lo que decidimos volver a ese increíble lugar llamado Orsomarso. Esta vez fui con un amigo de Dul, ya que ella no podía acompañarme. Dul me advirtió que Francesco era muy fuerte y que tenía fama de dar varios pegues al día, así que tenía que prepararme para una jornada más bien extensa. Y así fue. Decidimos escalar la parte de la derecha de todo el sector y le dimos a unas 8 rutas, desafiando mis capacidades y mi resistencia. 

Luego volvimos al campamento, al que llegaría más gente a hacernos compañía: los climbeers. Disfrutamos la noche en compañía de los italianos, del fuego y de la luz de la luna llena, y nos fuimos a dormir temprano para al otro día seguir dándole. 

Fueron días muy especiales pero mi viaje tenía que seguir, y a la semana siguiente tomé un tren en dirección a Nápoles, donde tenía muchas ganas de visitar Pompeya para subir al volcán Vesubio.

Pompeya y su mítico volcán 

El acceso a este volcán es muy fácil. Se trata de una caminata de 1 a 2 horas por un camino zigzagueante y vehicular que permite la ascensión a toda la familia. Así fue como llegué hasta uno de los pocos volcanes existentes en Europa y uno de los más peligrosos por tener una ciudad tan habitada a sus pies. La vista hacia el mar y hacia la ciudad era increíble. 

Al volver visité la desolada y antigua ciudad de Pompeya, donde la última erupción del Vesubio dejó la ciudad bajo las cenizas, conservando los cuerpos de quienes habitaron y murieron ahí. Para hacerlo más novelesco, recorrí este lugar escuchando “Echoes” de Pink Floyd, canción que la banda inglesa musicalizó especialmente para este episodio de la historia y este lugar. Fue mágico. Y al volver a la ciudad, decidí partir a Roma al otro día.



PARA ASCENDER EL VOLCÁN VESUBIO:

  • Primero que todo debes llegar a Nápoles, donde probablemente verás el volcán desde cualquier punto. Nápoles es una gran ciudad, con casi un millón de habitantes y queda a orillas del mar mediterráneo. El volcán Vesubio se alza 1.281 metros más arriba  y es muy fácil reconocerlo. 
  • Luego de estar en la gran ciudad de Nápoles debes tomar el tren “Circunvesubiano” hasta la estación Pompei Scavi. 
  • Al bajarte del tren y salir de la estación, debes caminar hacia la entrada del anfiteatro, donde salen buses que van hacia el volcán. Estos buses salen cada una hora o menos, y puedes comprar el pasaje de ida y vuelta por solo 10 euros. Luego debes pagar la entrada  al Volcán. La tarifa varía según temporada y año.
  • Una vez allí te encontrarás con un camino en espiral de unos 200 metros en subida, el que llega hasta el interesante cráter de este volcán activo. Hay varios “kioskos” a lo largo del camino donde puedes comprar souvenirs, comida y agua.
  • El volcán Vesubio es considerado uno de los volcanes más peligrosos del mundo. Es conocido por su fuerte erupción en el año 79 d.C, cuando dejó la ciudad de Pompeya bajo cenizas.

El Llamado de Molise

Estando en Roma, Francesco, el amigo de Dul, se contactó conmigo para hacerme una invitación a escalar multilargos en un lugar llamado Molise, entre Roma y Nápoles. Me pareció una idea excelente y preparé mi viaje de vuelta al sur para ir a conocer otro lugar de escalada. 

Estuvimos el fin de semana a orillas del lago, yendo a escalar todo lo que se podía. Hicimos una ruta de unos 4 o 5 largos no muy difíciles, teniendo como paso más duro un 10b o 6a+, y luego volvimos al camping en la tarde noche. Al otro día escalamos unos dos multilargos de 3 y 4 largos respectivamente. Pero cuando estábamos rapeleando el último largo, el cielo se cerró y rápidamente se puso a llover. Al llegar al auto la situación ya era torrencial. Llegamos a la carpa satisfechos y hambrientos, luego de haber estado escalando todo el día al sol. 

Al otro día visitamos un sector cercano llamado “alombra” o “a la sombre”. Me gustó su nombre porque ya estaba un poco agotada de escalar al sol. Fuimos y eran unas placas aplomadas, casi sin agarres pero muy entretenidas, que te obligaban a confiarle tus pies y las regletas de las manos.  Fue un hermoso día y pude ver los frutos de las escaladas previas. 

Volví a Roma al día siguiente para luego seguir el viaje hacia el norte. Tomé varios trenes hasta llegar a Verona, una hermosa ciudad muy cerca de los Alpes Italianos. La montaña me estaba llamando y debía contestar.



El Norte

En Verona tomé un bus a Riva di Garda. Esta vez mi destino sería Arco. El viaje, increíble, comenzó a internarme en las montañas, en los Alpes y en mi lugar favorito. Como llegué de tarde a Riva di Garda, decidí pasar la noche en el pueblo y al día siguiente bien temprano me fui caminando con mi mochila hasta Arco, donde se respiraba y se sentía la vida de montaña.

Estando acá traté de buscar, sin éxito, un partner a través de Couchsurfing para escalar. Como no lo logré, me quedé solo una noche. Entonces aproveché para recorrer el pueblo y maravillarme con su geografía inusual. Las rocas partían desde la calle, haciendo la escalada infinita y sin límites.



Al día siguiente seguí con destino a Trento, un pueblo tan dedicado al alpinismo, que en la entrada no hay ningún cartel de bienvenida pero sí hay una roca con un mensaje muy particular: “Per gli alpini non essiste l’impossible” (para los alpinistas no existe lo imposible). Me sentí a gusto y fui a tomar el tren a Val di Sole, donde me juntaría con un amigo kayakista, quien me daría alojo por algunos días. 

Aquí no escalé pero subí a la montaña e hice trekking, pues hay por montón alrededor de todo el Val di Sole, el que es muy parecido al sur de Chile, donde aparecen ríos, lagos, bosques y montañas maravillosas, con la diferencia de que éstos, eran de acceso libre, con senderos marcados, señalética, etc. Cultura de montaña para todos.

Luego de estar tres días recorriendo el valle y sus montañas, regresé a Arco para juntarme con mi amiga Mariana, que vive en Munich, a unos 380 km desde donde me encontraba.

Ya había pasado casi un mes desde mi estadía en Italia y mi amiga vino a rescatarme de este hermoso lugar que me tenía atrapada. Pasamos unos maravillosos días en Arco, escalando en este paraíso de roca de fácil acceso y haciendo ferratas, conociendo gente y reencontrándonos con otros. Recomendado absolutamente. Me faltaron días para poder disfrutar más del lugar, pero el viaje debía continuar y luego tomaríamos el bus con dirección a Munich, para seguir escalando y disfrutando de la vida.

Sin lugar a dudas Italia, es un destino absolutamente recomendado, no solo por la calidad de sus montañas y de su escalada, sino también, por la calidez de la gente y el respeto hacia la naturaleza que se tiene en todos sus rincones. 

Dejé Italia con el corazón lleno y las manos cansadas. Pero sin siquiera haber cruzado la frontera ya tenía ganas de volver. Me enamoré de principio a fin. De sur a norte.


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