“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.
Por Claudia Benavídez. Fotos Gentileza GreenLab.
“Existe ese mito de que la juventud no está motivada con cuidar la naturaleza pero basta con que uno cree el espacio y van a haber jóvenes interesados”, parte diciendo Natalia Reyes, presidenta de GreenLab, una ONG medioambiental que busca involucrar principalmente a este segmento en la conservación de las Áreas Silvestres Protegidas de Chile.
“Y aunque nos enfocamos en motivar a los jóvenes, no tenemos límite de edad porque creemos que todas las personas podemos trabajar en la construcción de un planeta más involucrado con el medio ambiente”, explica Natalia.
Hoy, te invitamos a conocer un poco más sobre esta importante organización que busca día a día, que más personas sean voluntarias y actores por un mundo mejor.

Pura voluntad
“Tenemos la visión de que si existe un parque o un área protegida, entonces está todo perfecto, y la verdad es que las áreas silvestres en Chile son muy frágiles a la acción del ser humano”, asegura la directora de GreenLab.
Además, “el presupuesto que se dedica a las áreas protegidas es cada vez más bajo. Pero en GreenLab, si bien no apuntamos a generar nuevos ingresos para estas áreas, sí apuntamos a la articulación de voluntades y actores porque gran parte de las cosas que son necesarias para la naturaleza no requieren de dinero”, continúa.
De este modo, GreenLab busca apoyar la labor de conservación que se realiza en las áreas protegidas de todo Chile, invitando a las personas a trabajar directamente en la mantención de senderos, recuperación de espacios, construcción y reparación de infraestructura como miradores, pasarelas y señaléticas; hasta tareas más específicas como la protección y control de especies nativas.
“Hoy en día hay que sacar a las personas al aire libre para que vivan la experiencia y puedan vincularse emocionalmente con los parques porque, finalmente, eso es lo que produce que algo se proteja. ¿Quién va a proteger un lugar que no conoce?”, pregunta Natalia.
Finalmente, aunque GreenLab nació en el sur de Chile para proteger principalmente los bosques templados de la Región de los Lagos, hoy también colaboran en la mantención de áreas silvestres de todo el país gracias a la voluntad de muchos ciudadanos.
“Trabajamos con voluntarios de todo Chile. Y no trabajamos solamente con ingenieros medioambientales ni con ecoturistas, ni con personas directamente asociadas al área medioambiental porque, qué poderoso es que personas cuyas carreras o trabajos no tengan que ver necesariamente con la naturaleza, puedan vincularse, aprender y llevarse un poco de educación ambiental a todas partes. Eso es lo que buscamos”, concluye Natalia.


Educación ambiental
No es lo mismo ir a visitar un parque, hacer un trekking y volver, que pasar cinco, ocho o diez días trabajando para restaurarlo, piensan en GreenLab. “Por eso, estas son instancias realmente transformadoras, porque es la única forma de ser conscientes del verdadero impacto que causamos en estos ecosistemas”, dice su cofundadora, Natalia Reyes.
En 2019, esta ONG chilena fue reconocida por los Premios Latinoamérica Verde, como uno de los 500 mejores proyectos medioambientales de América Latina y El Caribe gracias a la gran labor que realizan en educación ambiental, generando charlas, capacitaciones, campañas y voluntariados.
“Además, el trabajo logrado por los voluntarios ha viajado por todo el mundo. Estuvimos mostrándolo en China y en Nueva York, por ejemplo, en el marco de distintas conferencias internacionales”, cuenta Natalia.
Hoy, GreenLab celebra más de cinco años desde que se fundó. Pero, ¿cómo surgió esta iniciativa tan reconocida? “Bueno, en esta ONG no es que hayamos inventado la rueda”, dicen.
Quienes forman parte del directorio habían trabajado por años en voluntariado medioambiental, recuerda Natalia, principalmente en el Instituto de La Juventud (INJUV) donde participaban en la creación de programas como Vive Tus Parques, que también busca jóvenes para restaurar las áreas protegidas en todo Chile.
“Y GreenLab nació cuando nos dimos cuenta de que en realidad, eran muchos, pero muchos los jóvenes que tenían ganas de participar pero habían muy pocos espacios. A una intervención postulaban 5 mil personas y quedaban 500, entonces la pregunta fue, ¿qué hacemos con los 4.500 que quedan fuera y qué hacemos con las áreas protegidas que continuamente necesitan apoyo?”, dice la directora.
Por último, “hay muchos que dicen, ‘no Conaf se encarga de las áreas protegidas’ y es cierto, Conaf se encarga de administrar estas áreas pero la labor de conservación ambiental es una labor compartida, es decir, todos somos ciudadanos, todos podemos apoyar, entonces ¿por qué no hacerlo?”, concluye.
En la marcha
Gran parte del trabajo que hace GreenLab consiste en entregar información, generar instancias de participación y también involucrar a las entidades relacionadas con la protección del medio ambiente.
“En primera instancia, articulamos muy de cerca con Conaf, son nuestros partners número uno a la hora de trabajar en un área silvestre protegida”, cuenta Natalia.
Según Luis Santibánez, guardaparques y administrador del Parque Nacional Puyehue, “el voluntariado hoy día es muy importante en el sistema de áreas silvestres del país porque mucho personal no hay. Requerimos apoyo mientras Conaf no tenga los recursos humanos para hacer esta pega, por eso agradecemos enormemente a GreenLab”.
En esta ONG, las jornadas de voluntariado se programan cada seis meses para intervenir, al menos dos veces al año, áreas silvestres de alta complejidad.
“Estuvimos trabajando, por ejemplo, en la Reserva Nacional Futaleufú, que está considerada como un área silvestre protegida de alta complejidad por un tema de conectividad. También en Chiloé, en el Monumento Natural Islotes de Puñihuil. Hemos querido abarcar mucho territorio pero sin dejar de lado las áreas protegidas donde trabajamos siempre”, explica Natalia.
Las jornadas de trabajo pueden durar entre 3 a 8 días y los grupos de voluntarios son formados por 15 a 20 personas que tienen la misión de mejorar las áreas silvestres y también la oportunidad de recorrer infinitos senderos en maravillosos paisajes, dejando un importante legado.
“Después de haber trabajado en el voluntariado en el Parque Nacional Puyehue, por las redes sociales me enteré y vi fotos de mucha gente encantada con el mirador que habíamos hecho”, dice Jorge Vargas, voluntario de GreenLab. “Me sentí muy bien conmigo mismo al saber que yo fui parte de ello. Participé de esto y no solo lo vi por una pantalla sino que estuve ahí, y lo hice junto con otras personas”, finaliza.

Nuevos tiempos
Para GreenLab ha sido difícil acostumbrarse a la idea de no estar en terreno debido a la pandemia. “Pero hemos continuado trabajando virtualmente por medio de charlas webs, y esta forma de hacer las cosas también ha servido para apuntar a una mayor inclusividad y a una mejor democratización de la educación ambiental en general”, explica la directora.
Mientras tanto, dicen, se encuentran trabajando en generar protocolos para volver a terreno el próximo año, con calma y con todas las medidas sanitarias.
“Lamentablemente las actividades no van a ser igual que antes y vamos a tener que adaptarnos. Pero sí queremos volver a terreno porque creemos que eso es importante para generar vínculo entre las personas y la naturaleza, no solo por salud mental sino por beneficio de los ecosistemas”, agrega Natalia.
En cuanto a la Nueva Constitución que se espera escribir en Chile, en GreenLab reconocen que es la oportunidad que estaban esperando para lograr cambios reales en términos de cultura y educación medioambiental.
“Hoy, el medioambiente no está adscrito a la Constitución. Se ve como un recurso, como algo que se puede utilizar y extraer, pero no tenemos derecho a disfrutar de él y eso tiene que quedar plasmado en la Nueva Constitución”, dice la directora.
“También debe quedar plasmado que todos los chilenos tengan derecho al agua, algo tan básico en cada una de las regiones, para que no se tenga que discutir esto nuevamente. Más en contexto de pandemia, encuentro insólito tener que discutir el derecho al agua”, continúa.
Según Natalia, en Chile históricamente se han construido políticas públicas de manera centralizada, y el gran problema de esto es que se generan programas para las comunidades pero sin la participación de ellas. “Sin embargo, ni siquiera en el sistema empresarial se puede hacer un producto sin pensar antes en el usuario y lo mismo debiera pasar en la política. No podemos seguir trabajando en políticas que tal vez no se puedan aplicar. Y es bien contraproducente seguir así”, dice.
Para esta ONG ha llegado el momento de escuchar a las personas. Debemos encontrar formas, piensan. “Sabemos que a veces, para los organismos del Estado es difícil poder consensuar y encontrar puntos en común. Además, existe mucho rechazo a entablar un diálogo directo con las autoridades. Pero es necesario. Se necesita esa voluntad del Estado”, concluye Natalia.

¿Cómo participar en GreenLab?
Por temas legales, en esta ONG explican que trabajan principalmente con voluntarios mayores de edad pero, para no dejar a nadie afuera, también apuntan a llevar un poco de educación ambiental a los colegios y a comunidades muy variadas.
“Las puertas están abiertas, necesitamos que todas las personas se involucren. Recibimos vía correo todo tipo de iniciativas”, invita la directora.
“También manejamos una base de datos de voluntarios. De hecho, en nuestro Instagram está el enlace para poder acceder al registro de voluntarios. En estos momentos contamos con más de 1500 inscritos a los que les llega información cada vez que hacemos una convocatoria. A partir de esa base, sacamos a 12, 15 o 20 que van a las intervenciones y son todos diferentes cada vez”, agrega.
Por último, en GreenLab recuerdan que no son la única organización medioambiental en Chile que trabaja en beneficio de todos y que necesita de apoyo.
“Involucrarse es la manera de generar el mundo en el que queremos vivir. De esta forma no solo estaremos disfrutando de la naturaleza sino también, estaremos aportando para que la fauna y la flora crezcan libremente dentro de estos entornos protegidos”, finaliza Natalia.