Además de ser un destacado científico -licenciado de Astronomía, magíster en Geofísica y doctor en glaciología- Camilo Rada, es un explorador y montañista chileno que ha realizado cientos de ascensos en distintas partes del mundo. Desde los Andes de Chile, Perú, Argentina, Ecuador, Himalaya, Canadá, hasta los grandes mantos de hielo de la Antártica y Groenlandia.
Por Antonia González.
Camilo Rada parece ser una persona muy sencilla e introvertida, pero apasionada. Al escucharlo hablar te das cuenta que todas las cosas que ha hecho a lo largo de su carrera como profesional y deportista son dignas de admiración. No solo ha conquistado grandes cumbres, sino que también ha creado proyectos colaborativos que han sido un aporte a la gran comunidad de aficionados y amantes de la montaña.
Y es que como dicen por ahí, el amor todo lo mueve. El conocer y querer un espacio, una montaña, un árbol o lo que sea que nos rodee, hace que seamos cada día más conscientes de cuidarlos, y fue así como Camilo comenzó este largo camino en el cual aún sigue aprendiendo y aportando desde sus conocimientos y posibilidades. Siempre con el afán de proteger estos lugares que tanto le han entregado.
Su fascinación por los insectos fue el primer acercamiento a este gran universo de naturaleza. Cuando era pequeño solía ir de campamento con su familia y en esos momentos de desconexión se fue interesando poco a poco por los animales, las plantas, los árboles, y todo lo que había a su alrededor.
“Mi mayor pasión en ese momento era la naturaleza, yo era un aficionado de la entomología. Tenía mi colección de miles de insectos, con sus respectivos nombres y siempre me llamó la atención conocer más sobre la flora y fauna, de sus nombres y características. Cuando uno conoce, se siente en familia cuando sale a la naturaleza”, dice Camilo.
A medida que fue creciendo, comenzó su interés por la astronomía. Iba a observar las constelaciones al cerro Pochoco, después al Provincia, San Ramón…y allí se fue acercando más y más a la montaña. Hasta el momento en que entró a la universidad y eligió astronomía en la Universidad Católica, porque era una de las únicas que ofrecía cursos de montañismo.
“Allí pude conocer a muchos compañeros y gente que me dio la posibilidad de tener cordadas. Cuando entré a estudiar conocí a un grupo de la selección de montañistas que iban a ir a subir un volcán que nunca había sido escalado en la región de Aysén. Se llamaba el volcán Melimoyu, y a mí la idea me fascinó”, cuenta.

Y continúa: “Les rogué tanto al grupo que iba a la expedición, que al final por cansancio me incluyeron y fui con ellos. Algunos del equipo medio a regañadientes y otros pensaban que iba a ser un buen aporte. Así que partimos, hicimos las raciones de comida, subimos todo a la camioneta y manejamos hasta Aysén. Estuvimos 28 días sin saber de nadie, sin señal, luchando con la selva valdiviana”.
Recuerda que fueron 12 kilómetros los cuales hicieron en 17 días para llegar a la base del volcán, donde se acababa la selva. “Fue súper duro, tuvimos ahí unos problemitas con la comida, pero finalmente lo subimos y fue una experiencia que me marcó muchísimo, logramos llegar a la cumbre de este volcán enorme que domina un tremendo pedazo de la Patagonia y que no tenía ascenso”, asegura.
Mientras la gente se volvía loca ese año (2000) por los miles de mitos que decían que se acabaría el mundo, Camilo y sus compañeros pasaban la noche de año nuevo en la base de ese volcán; lugar que reafirmó lo que siempre lo movió de niño: la exploración.
“Me encantó la idea de explorar, de armar rutas, de descubrir terrenos. Me encantó ese montañismo que además de ser muy rico para uno como experiencia, pasa a ser un aporte para la sociedad de montaña, donde estás descubriendo nuevas rutas y levantado información sobre nuevos lugares”, agrega.
Camilo comenzó a hacer escalada deportiva un poco antes de hacer montaña y luego empezó a mezclar ambas disciplinas por la versatilidad que estas le ofrecían a la hora de llegar a alguna cumbre. Sin embargo, en su búsqueda se fue transformando en un montañista más bien versátil que especialista.
“Llevo más de 20 años escalando y mi nivel nunca cambió mucho, nunca fue mi motivación hacer cosas más difíciles, siempre estuve en el rango de los 5.10. Son muy pocas las montañas en Chile que requieren escalar algo muy difícil. Y por lo mismo, nunca me repetí un cerro, fuera del Pochoco, el Provincia y el San Ramón, que colindan con Santiago, nunca fui dos veces al mismo cerro. Me gustaba explorar, en la zona centro, después en Patagonia, e intentaba conocer y saber un poco de todo, pude combinar las distintas técnicas que me permitieron ir a muchos lugares”, cuenta.
“Con un nivel de escalada relativamente básico puedes llegar a muchos lugares, sin tener que especializarse un montón, esa fue la línea que seguí. Iba desarrollando las herramientas en la medida que lo necesitaba”, agrega.
Además dice que conoció a gente con la que enganchó muy bien y se produjo una sinergia que los motivó a todos juntos. “Se genera ese círculo virtuoso de motivación que nos permitió hacer cosas increíbles y que son las que más te llenan. Es crucial acercarse al grupo humano que te permita potenciar eso”, asegura.
La inspiración
En su camino se fue dando cuenta que pasaba más tiempo yendo de expedición que en la ciudad. “Hubo un año que hicimos cuenta con el grupo y habíamos salido todos los fines de semana del año a la montaña”, cuenta.
Eso le quitó protagonismo a la astronomía y a pesar de que terminó los estudios, observó que no era una carrera compatible con el estilo de vida que se estaba proyectando. “Es una carrera súper competitiva con astrónomos de todo el mundo, entonces en general tu veías que los astrónomos exitosos eran los que estaban dedicados 100% a su labor”, aclara.
En ese sentido, como le gustaba la ciencia, decidió cambiarse a ciencias de la tierra donde ocupó todo lo que había aprendido en astronomía y su experiencia como montañista. Hizo un magíster en geofísica y poco a poco se fue acercando a los glaciares. Cada vez más cerca de la naturaleza.

Desde ese punto en adelante fue todo una progresión. “Me siguió gustando estar al aire libre pero de repente, en un momento bajó esa motivación y fueron llegando otras cosas, que iban enriqueciendo la experiencia. Por ejemplo al principio yo no sacaba fotos, porque la cámara es algo que te pesa, pierdes tiempo etc., pero en un momento cambió y me empezó a gustar sacar fotos. Después me di cuenta que estudiar un poco la historia enriquecía aún más esta experiencia. Eso partió de manera fortuita y fue como nació el proyecto Uncharted que estamos haciendo con Natalia”.
Luego de empezar a hacer primeros ascensos, llegó un momento en que se plantearon subir una cumbre en la Cordillera Sarmiento, en el oeste de Puerto Natales. Para la expedición consiguieron un mapa pero estaba en blanco.
“No había ningún nombre, pero buscando más allá en National Geographic y otros lugares podías ver que habían ascensiones allí de otros montañistas, reportes de otras expediciones, les habían puesto nombre, etc. Entonces fuimos haciendo la investigación de cuáles eran los cerros que se habían subido y cuáles eran los que quedaban por subir”, cuenta.
Y en ese proceso se dieron cuenta que no había información, entonces vieron que existía una desconexión entre la historia y la geografía, por lo que empezaron a escribirle a las personas que habían hecho esas ascensiones, “nos pusimos en contacto con varias personas y nos dimos cuenta que ellos tampoco tenían mucha noción de donde habían estado”, relata Camilo.
El trabajo que hicieron fue de detective. A través de fotos, archivos y recopilación de información, fueron armando un rompecabezas y plasmando esa historia en el mapa, hasta que finalmente, en ese proceso reconstruyeron qué cumbres habían sido subidas y cuáles no.
“Pero como subproducto -que fue lo más importante- hicimos vínculo con un montón de gente muy especial y nos enteramos de muchas historias. Cuando logramos ir a la cordillera de Sarmiento, la experiencia de la escalada resultó mucho más enriquecida, porque teníamos en la mochila todas estas historias y sabíamos que cuando llegábamos a una cumbre era tal”.
“No habíamos visto nunca los lugares en persona pero sí sabíamos todos los nombres, sabíamos quiénes habían estado allí primero”, cuenta.
A partir de esa experiencia le dieron vida a Uncharted (del inglés “no cartografiado”), un proyecto que busca explorar y rescatar el patrimonio histórico del montañismo patagónico y antártico a través de la creación de mapas, exploraciones e investigación históricas en regiones escogidas por su nula o deficiente cartografía existente y por ser lugares de gran interés para los amantes de la montaña.
“Lo hemos transformado en algo más que solo hacer mapas y plasmar las historias, sino que es un proyecto que busca poner en valor estos territorios. Nos dimos cuenta que son lugares extremadamente hermosos y que nos regalaban una experiencia que no se encuentra en otros lados; bosques que se encuentran igual que hace cinco mil años. Son lugares donde el impacto del hombre no ha llegado todavía”, dice Camilo.
Y agrega: “Hay un montón de actividades, como mineras, salmoneras, hidroeléctricas, que quieren meterse en estos territorios y que van a poder meterse siempre y cuando no haya gente que valore ese territorio y piense que sirve para algo más que sacarle un provecho económico. Eso es lo que nos inspira, que la gente valore estos lugares a través de su historia, su belleza y para que los conozcan”.
Finalmente, quedó un mapa con toda la información, siendo uno de los primeros que desarrollaron en Uncharted y donde capturaron la desconocida y fascinante Cordillera de Sarmiento. Más adelante llegaron los proyectos: Campo de Hielo Norte y la Cordillera de Darwin.
“Además de estar en la montaña, de sacar fotos y hacer registros, de disfrutar la montaña desde distintas técnicas, como el esquí, la escalada, la astronomía…este tema de conocer la historia ha enriquecido mucho más el hecho de ir a la montaña, y que para mí es mucho más que solo ponerme los zapatos y subir a la cumbre”, finaliza Camilo.

Biografía
- Camilo Rada es licenciado en Astronomía de la Pontificia Universidad Católica, magíster en Geofísica y doctor en glaciología de la Universidad canadiense British Columbia. Actualmente trabaja como investigador y profesor en el Centro de Investigación GAIA Antártica de la Universidad de Magallanes. Ha llevado a cabo múltiples proyectos de investigación en Patagonia, Yukón y Antártida.
- Como alpinista y escalador, Camilo ha alcanzado más de 190 cumbres, principalmente en los Andes chilenos, la Patagonia y la Antártida, pero también en Ecuador, Perú, Argentina, Canadá, Estados Unidos, Groenlandia y el Himalaya. Incluyendo 25 primeras ascensiones absolutas. Cuenta con extraordinarios ascensos como el Monte Fitz Roy, el cerro Paine Grande y al Monte Sarmiento; con el cual fue pre-nominado al premio Piolet d’Or junto a Natalia Martínez.
- Creó la plataforma ExpeNews, la que fue apoyada por CORFO con un capital semilla para ofrecer soluciones de comunicación para expediciones en áreas remotas.
- En agosto de 2015, realizó el primer ascenso al Monte Malaspina, en la cordillera de St. Elias, Yukón, la montaña más alta de América del Norte en ese momento.